Texto catálogo Centro Cultural Recoleta, por Sergio Bazán

Las pinturas en el aire configuran una audacia en la transformación del objeto.
Las flores irrumpen una simbolización más abierta; el significado no se agota a primera vista.
No son elementos primarios de la naturaleza, como la figura humana, sino también como fuente de energía en el color.

Capa tras capa se arman los espacios, donde se ve a través de visiones que se suceden entre el sentir y el pensar.
En el gran formato, la alegría de los colores, altos en saturación y energía, generan una euforia nada tranquilizadora.
Vibratos potentes que no calman, siguen operando aún en la distancia.

Las alteraciones y las variaciones en cuestión, dan un movimiento ondulatorio, que al sentir se vuelve presente intenso.
La tensión es necesaria en el remolino visual y también en un descanso en el plano espiritual.
La calidad del sentimiento al crear estas imágenes, busca una idea profunda.
Como la piedra en el agua, que mientras esta quieta se ve; pero luego se transforma en color y ya es, sabiendo que es en la incertidumbre, donde aparece lo real.


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